
La industria gráfica está en el corazón de la industria del reciclaje, pero cuando se trata de responsabilidad medioambiental, ¿hasta qué punto son sólidas sus credenciales? Es una pregunta imposible de responder, pero eso no significa que todos debamos renunciar a intentar responderla o a seguir una agenda verde.
Según la tercera ley de Newton, para cada acción hay una reacción igual y opuesta. Eso es cierto en física -no es que lo sepamos realmente-, pero ¿cómo funciona en el medio ambiente? Es un poco como el agua en un globo: se aprieta en un sitio y aparece un abultamiento en otro. Cualquier decisión respetuosa con el medio ambiente que tomen los impresores y editores debe tener en cuenta el impacto en el resto de la cadena de suministro y en el medio ambiente en general. En el sector gráfico, el desarrollo de una política medioambiental convincente empieza por aceptar que no lo haremos bien nunca. Nunca habrá un momento para ningún sector industrial, en ninguna geografía, en el que no haya impactos negativos, ni siquiera para las economías circulares.
Tomemos el ejemplo de los vasos de papel, incluso los que se supone que son reciclables. A menos que las químicas de procesado estén preparadas para tratar todo tipo de soporte, grueso y fino, vegetal o con base de aceite, serán necesarios pasos de procesado adicionales para la fabricación de la pasta, por lo que estos pasos deben desarrollarse. En la industria europea del reciclaje de papel, los intentos desesperados de homogeneizar los flujos de residuos para que sólo se reciclen los papeles impresos en offset y huecograbado han dado lugar a que se incinere más papel. La industria europea del destintado está haciendo un trabajo fantástico para evitar la inversión en nuevos procesos que puedan tratar todas las formas de impresión de forma eficaz y con un impacto medioambiental mínimo. Tan frágil se está volviendo esta parte de la cadena de reciclaje que desincentiva de hecho el uso de la impresión, porque se la está tachando de indeseable para el medio ambiente.
La innovación tecnológica debería ser la respuesta a este problema, sin embargo esos nuevos inventos podrían tener por sí mismos un impacto medioambiental negativo. Tomemos como ejemplo el correo electrónico. Según Tim Berners-Lee, inventor de la web mundial, un año de correos electrónicos supone el equivalente a «conducir 200 millas en un coche medio». Y, sin embargo, la gente sigue considerando que el correo electrónico es una alternativa ecológica a las comunicaciones en papel.
Comprender el impacto medioambiental global, realizar Análisis del Ciclo de Vida, determinar la huella de carbono de tu empresa o de tiradas individuales, todo ello debe considerarse en su contexto. Pero, en última instancia, no podemos tener un control absoluto sobre cada eslabón de la cadena de suministro de los medios gráficos. Todo lo que podemos esperar es asegurarnos de que pisamos con cuidado y de que nuestras huellas de carbono se colocan de la forma más considerada posible.
Este artículo ha sido elaborado por el Proyecto Verdigris, una iniciativa del sector destinada a concienciar sobre el impacto medioambiental positivo de la impresión. Este comentario semanal ayuda a las empresas de impresión a mantenerse al día de las normas medioambientales y de cómo una gestión empresarial respetuosa con el medio ambiente puede contribuir a mejorar sus resultados. Verdigris cuenta con el apoyo de las siguientes empresas: Agfa Graphics, EFI, Fespa, HP, Kodak, Kornit, Ricoh, Spindrift, Splash PR, Unity Publishing y Xeikon.