
Laurel Brunner analiza el riesgo de que el concepto de economía circular se utilice para el lavado verde.
O puede que no. La economía circular es un concepto enorme, por lo que resulta comprensiblemente atractivo para los profesionales del marketing, que en realidad no esperan que el público objetivo haga algo más que dejarse impresionar por la frase. Pero si las empresas son al menos conscientes de las economías circulares, eso tiene que ser bueno. Para recordártelo, una economía circular es aquella en la que los residuos de un proceso se convierten en materia prima para otro proceso relacionado. Se trata de una definición simplista, pero espero que sea suficiente para que te hagas una idea. Si quieres una definición más adulta, la Fundación Ellen MacArthure denomina economía circular a un «marco de soluciones sistémicas que aborda retos globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, los residuos y la contaminación».
Por mucho que despreciemos el «maquillaje verde», se podría argumentar que cada gota de él puede marcar la diferencia y, con el tiempo, contribuir a una mayor concienciación medioambiental. Por esta razón, intentamos no suspirar cuando leemos otro comunicado de prensa promoviendo ideas para apoyar una economía circular. Repetir un mensaje acabará marcando la diferencia, aunque el mensaje suene a lavado verde.
Actega, fabricante de revestimientos especiales, tintas, colas y sellantes, ha declarado recientemente su plan para ser más sostenible. La empresa, como la mayoría de las empresas responsables, está invirtiendo en instalaciones y en investigación y desarrollo. Pero Actega también está trabajando para conseguir «nuevas certificaciones medioambientales» no especificadas, que deberían incluir la ISO 14001 para sistemas de gestión medioambiental.
La empresa está situando la sostenibilidad en el centro de su negocio, sobre todo en el desarrollo de nuevas tecnologías y productos. La buena noticia es que Actega reconoce que todos debemos «avanzar hacia materias primas más sostenibles… para combatir el cambio climático», como resume Benjamin Lux, director de tecnología de Actega.
El Sr. Lux reconoce que «Tenemos que … preguntarnos cómo queremos gestionar los recursos, fabricar y utilizar los productos, y qué pretendemos hacer después con los materiales». En respuesta, Actega se ha comprometido con cinco tácticas para acercar la empresa a una economía circular. Son las siguientes: garantizar que los productos de Actega puedan reciclarse; reducir los residuos de materiales y el consumo de energía; esforzarse por eliminar de los productos los materiales que no puedan reciclarse fácilmente; utilizar alternativas a los materiales peligrosos en los productos; y buscar asociaciones para garantizar la completa degradabilidad de los componentes de los envases que no puedan reciclarse.
Se trata de un planteamiento que siguen cada vez más empresas. Empiezan con un conocimiento más completo de las materias primas de sus productos para ver qué puede y qué no puede sustituirse por algo menos hostil para el medio ambiente. A continuación, estudian posibles reformulaciones. Las empresas colaboran con clientes, proveedores y organismos reguladores para garantizar el desarrollo de productos seguros y sostenibles desde el punto de vista medioambiental. Esto es lo que debería estar en el centro de cómo nuestra industria avanza hacia la circularidad, y esperemos que más empresas sigan el camino de Actega.
Fuente de información: Este artículo ha sido elaborado por el Proyecto Verdigris, una iniciativa del sector destinada a concienciar sobre el impacto medioambiental positivo de la impresión. Este comentario semanal ayuda a las empresas de impresión a mantenerse al día de las normas medioambientales y de cómo una gestión empresarial respetuosa con el medio ambiente puede contribuir a mejorar sus resultados. Verdigris cuenta con el apoyo de las siguientes empresas: Agfa Graphics, EFI, Fespa, Fujifilm, HP, Kodak, Miraclon, RicohSplash PR, Unity Publishing y Xeikon.