Laurel Brunner habla de cómo cada vez más impresores y fabricantes buscan certificaciones de sostenibilidad y de cómo tener certificaciones demuestra que una empresa se ha sometido a algún tipo de proceso de responsabilidad.

Es tentador ser cínico respecto a las certificaciones, y fácil descartarlas como marketing cosmético. Pero dada la intensa competitividad del negocio gráfico actual, las certificaciones demuestran al menos que una empresa se ha sometido a algún tipo de proceso de rendición de cuentas. Esto es cierto para los proveedores de servicios de impresión concienciados con el medio ambiente, como Ashley House printing en el Reino Unido y Druckstudio Gruppe en Alemania. También es cada vez más cierto para los fabricantes.

Lo que importa por encima de todo es la clasificación de la certificación: ¿quién la ha proporcionado y qué cualificación tiene para hacerlo? Según ISO y otros organismos, existen tres niveles de certificación. La autocertificación es la más fácil de conseguir por razones obvias. Si te digo que sé esquiar lo suficientemente bien como para darte clases, puedes elegir arriesgarte conmigo o no. Si un instructor de esquí dice que es cierto, y me da una pequeña insignia para que la lleve que lo confirma, puedes tener un poco más de confianza y el factor de riesgo será menor. Pero si obtengo una licencia de alguna organización de pruebas acreditada, tu riesgo se minimiza y las posibilidades de un resultado sin lesiones son máximas.

Por tanto, elegir a quién contratar para que tu empresa sea reconocida por su labor de sostenibilidad es crucial para tu credibilidad. Dado el frenesí alimentario que suponen los servicios de sostenibilidad medioambiental, hay muchas opciones. Incluso las universidades se han puesto manos a la obra. La Western Michigan University (WMU) de Estados Unidos tiene la sostenibilidad como una de sus principales prioridades. La WMU se ha asociado con la Asociación Técnica de la Industria de la Pasta y el Papel (TAPPI) para desarrollar cursos para ingenieros papeleros en la Planta Piloto de Papel de la WMU. La planta proporciona recursos para la investigación y el desarrollo de productos, así como formación para personas de los sectores del papel y la impresión.

La WMU también cuenta con un programa de certificación para los fabricantes que quieran demostrar que las impresiones producidas con sus tecnologías son reciclables. Scodix, proveedor de herramientas de embellecimiento digital para la impresión digital, es una de estas organizaciones. La certificación WMU confirma que las impresiones embellecidas con mejoras de Scodix pueden repulparse y reciclarse siempre que el sustrato también sea reciclable. Los clientes de Scodix ya pueden etiquetar sus productos con el símbolo de reciclable.

Nos gustaría ver más impresos etiquetados de este modo, tanto los producidos convencionalmente como sus equivalentes digitales. Este etiquetado podría convertirse en la norma, señalando sólo una parte del futuro de la impresión. Y como todos sabemos, la impresión es la opción más sostenible cuando se trata de comunicaciones fiables.

Fuente de información: Este artículo ha sido elaborado por el Proyecto Verdigris, una iniciativa del sector destinada a concienciar sobre el impacto medioambiental positivo de la impresión. Este comentario semanal ayuda a las empresas de impresión a mantenerse al día de las normas medioambientales y de cómo una gestión empresarial respetuosa con el medio ambiente puede contribuir a mejorar sus resultados. Verdigris cuenta con el apoyo de las siguientes empresas: Agfa Graphics, EFI, Fespa, Fujifilm, HP, Kodak, Miraclon, RicohSplashPR, Unity Publishing y Xeikon.

Imagen de portada: esta imagen ha sido tomada de ISO.