Nessan Cleary insiste en la necesidad de que los impresores de gran formato mejoren y adapten sus procesos, y hacerlo redundará en una mayor productividad.

El objetivo de toda empresa, tanto en el sector del gran formato como en otros, es ganar dinero. Y puesto que los beneficios pueden describirse vagamente como los ingresos menos los costes, se deduce que mejorar la productividad debería conducir a mayores ingresos, mientras que aumentar la eficiencia general y reducir los residuos debería ayudar a reducir los costes, lo que conduciría a mejores beneficios o, como mínimo, a impedir que la elevada inflación y los precios de la energía actuales sigan erosionando esos beneficios.

La mayoría de los vendedores argumentarán que la mejor forma de hacerlo es invertir en equipos más eficientes. Y hay algo de verdad en ello, ya que cada nueva generación de equipos debería ser más productiva que las antiguas. Pero un mejor punto de partida es ejercer un mayor control sobre todos los procesos que componen el negocio, desde la forma en que se toman los pedidos, pasando por el almacenamiento y el reabastecimiento de consumibles, hasta la forma en que se gestiona y entrega cada trabajo.

Indicadores clave de rendimiento

El primer paso es comprender exactamente cómo está funcionando la empresa. El control de los procesos depende de disponer de buenos datos que puedan utilizarse para medirlo objetivamente. Incluso una empresa muy pequeña puede beneficiarse de la implantación de un Sistema de Información de Gestión, que podrá recopilar información sobre todos los diferentes procesos de una empresa. Esta información puede presentarse entonces como indicadores clave de rendimiento, que pueden abarcar desde qué aplicaciones están generando más beneficios, o qué clientes dan más problemas de los que valen, hasta si las máquinas individuales están funcionando como deberían o no, o si están obteniendo todo el rendimiento que se esperaba de su inversión.

Crédito: Tharsten

Flujo de trabajo

El flujo de trabajo de producción tendrá un gran impacto en la eficiencia general. Hay cinco fases principales en cada trabajo: recepción del trabajo, preimpresión, impresión, acabado y entrega. Automatizar tantas de estas tareas como puedas te ayudará a mejorar tu productividad general y te permitirá hacer un uso más eficiente del personal. Y lo que es más importante, la automatización también limitará los posibles errores y permitirá una mayor coherencia entre los trabajos, que es un elemento clave para labrarte una reputación entre tus clientes.

Puedes utilizar un SIG para conectar todas estas etapas, pero como mínimo debería haber algún nivel de automatización en el traspaso de un trabajo de una etapa a la siguiente, aunque sólo sea utilizando carpetas activas.

Sin embargo, una solución mejor es utilizar un flujo de trabajo, que separará la preparación del trabajo de la impresión propiamente dicha, lo que significa que los problemas pueden tratarse antes de que lleguen a la cola de impresión. Los trabajos deben pasar por un software de verificación previa para solucionar automáticamente los problemas más comunes y señalar rápidamente los problemas más graves antes de que provoquen un cuello de botella en la producción.

Gestión del color

La mayoría de los RIP de gran formato incluyen cierto grado de gestión del color, pero un flujo de trabajo irá un paso más allá y te permitirá centralizar la calibración del color de todas tus impresoras. Esto facilita el cambio de trabajos de una impresora a otra en el último momento o la división de la impresión de trabajos más grandes entre varias máquinas.

La gestión del color es una de las pocas áreas de la impresión en gran formato en las que es realmente factible aplicar un enfoque numérico a los datos, midiendo los colores que se han impreso con un espectrofotómetro y comprobando después los resultados con una norma aceptada. El método habitual consiste en imprimir una barra de color, como una cuña de medios Fogra, en el borde de una hoja junto a un trabajo de impresión. La propia Fespa imparte a menudo un excelente seminario llamado Color L*A*B en su Global Print Expo anual, en el que se explican los fundamentos de la gestión del color.

Crédito: Barbieri

Controlar la gestión del color puede tener enormes ventajas. En primer lugar, si utilizas los perfiles ICC correctos para la combinación de impresora, tinta y material que estás utilizando, obtendrás los resultados deseados a la primera y evitarás perder tiempo y material en pruebas de ensayo y error. Esto, a su vez, significa que puedes repetir los colores más adelante para los paneles que deban reimprimirse sin tener que rehacer todo el trabajo.

Además, una buena gestión del color también puede ayudarte a reducir el consumo de tinta, ya que te garantiza que empleas la cantidad justa de tinta necesaria para conseguir el resultado deseado.

Normas ISO

Hay una serie de normas ISO que pueden ayudar a las imprentas a trabajar con mayor eficacia, y tener estas certificaciones resultará atractivo para los clientes corporativos. El mejor lugar para empezar es la ISO 9001, que detalla la gestión de la calidad. Esta norma se utiliza en muchos sectores distintos, pero hay varios consultores que pueden ayudar a las imprentas a aplicarla a su negocio. El enfoque ISO no es para pusilánimes: tendrás que documentar todos tus procesos e idear formas de analizar lo que funciona y cómo mejorarlo. Pero superar la certificación ISO 9001 es una forma excelente de demostrar a los clientes que tienes las capacidades necesarias para completar sus pedidos.

Otra norma útil es la ISO 14001, que abarca la gestión medioambiental. Lo examina todo, desde el proceso de impresión y el tipo de tintas que utilizas hasta la iluminación y la calefacción de la fábrica. El principal espíritu de las normas ISO es la mejora constante, por lo que anima a las empresas a buscar formas de reducir recursos como el agua y ahorrar energía, que es lo primero en la lista de todos en la actual coyuntura económica.

Conclusión

En última instancia, el control de procesos consiste en producir trabajos con una calidad cada vez mejor, al tiempo que se ahorran costes en consumibles y horas extraordinarias, y se reducen los plazos de entrega de los trabajos, lo que te permite asumir más trabajo.

El mayor problema al que se enfrentan muchas empresas es la autocomplacencia, la suposición de que ya se está haciendo todo de la forma más eficaz posible y no hay necesidad de hacer ningún cambio. Pero sólo puedes conseguir un buen control de los procesos cuando aceptas que siempre hay margen de mejora. Además, si tus competidores pueden hacer un mejor uso de este enfoque, te perjudicarán.